Y tu imagen (des)aparecerá

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La instalación “Vánitas en tiempo real” de Martín Bonadeo nos enfrenta con nuestra transitoriedad

Por Susanne Franz

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Una sala larga y angosta, luces bajas; es como caminar por la umbrosa galería de un claustro. Rodeados de sonidos tenues, avanzamos lentamente hacia el fondo de la sala, donde un objeto brilla con una luz verdosa: un reloj de arena de alrededor de dos metros de alto formado por dos triángulos superpuestos que convergen en el centro.

Delante del reloj de arena, un haz de luz se proyecta sobre el piso. Si nos paramos bajo la luz, aparece nuestro reflejo en la superficie acrílica del reloj: una imagen filmada en tiempo real por una cámara de seguridad. Los movimientos del torso, nuestros gestos, iluminados por una luz fantasmagórica, se proyectan en la superficie cuando la parte superior del reloj está llena. La arena se va deslizando lentamente, la propia imagen se va desintegrando, desaparece en el centro del reloj, fluye hacia abajo. Si mantenemos la mirada fija en esa imagen, podemos sentir el tirón que impulsa las partículas del cuerpo hacia abajo. Poco a poco desaparece la arena, vamos desapareciendo. Detrás del reloj, en un haz de luz más amplio, nuestra imagen se reconstruye lentamente.

La sala Prometeus del Centro Cultural Recoleta está equipada con los avances tecnológicos más sofisticados, provistos por la Fundación Epson. La empresa apoya a artistas experimentales que no podrían exponer sus obras en salas sin equipamiento técnico adecuado. El joven artista conceptual Martín Bonadeo (1975), uno de los representantes más talentosos de la vanguardia argentina, ya había concebido su instalación “Vánitas en tiempo real” para este espacio en el año 2001. No solo por las posibilidades técnicas que ofrece la sala y por el apoyo financiero de la fundación, sino también porque este espacio del Centro Cultural Recoleta –un antiguo claustro– posee cualidades místicas. Tras el muro está el Cementerio de la Recoleta y –no lo dicen solamente los propios trabajadores del Centro– hay fantasmas en la sala.

En tiempos en que se cultiva descaradamente la propia imagen, prevalece el consumismo vacío, y el culto insensato de la belleza no deja aflorar ningún pensamiento sobre la vejez, la obra de Martín Bonadeo nos enfrenta con nuestra propia transitoriedad, con la decadencia del cuerpo; pone en evidencia qué difícil es recorrer este camino largo y oscuro, ponerse bajo la luz de los reflectores, mirarse a la cara y mantener fija la mirada hasta darnos cuenta de que somos mortales. Si nos animamos a hacerlo, nos recompensa la certeza de que la propia imagen vuelve a surgir “en el otro lado”, allí al fondo, cerca del muro del cementerio, con los fantasmas. La muerte –inevitable– no es el final, es un pasaje a otra dimensión.

En esta instalación, Martín Bonadeo eligió acertadamente trabajar en colaboración con el compositor Oliverio Duhalde, responsable del logrado diseño sonoro (el viento, el fluir de la arena, el murmullo de las olas), ambientación perfecta para esta obra sombría pero a la vez esperanzada. Oliverio le aportó a la obra de arte su propia interpretación, dice Bonadeo. Así también cada espectador que se para ante este reloj de arena se convierte en parte de la obra de arte y aporta su propia interpretación, su propio cuerpo, su propia vida.

  • Martín Bonadeo, “Vánitas en tiempo real”, instalación multimedia. Centro Cultural Recoleta, Sala Prometeus, Junín 1930. Martes a viernes de 14 a 21. Sábados, domingos y feriados, de 10 a 21. Entrada: $ 1. Hasta el 16 de octubre.

Foto:

70 kilos de arena que tardan seis horas en atravesar el cuello del reloj: la instalación de Martín Bonadeo “Vánitas en tiempo real” es una obra de arte “viviente” que nos habla de la muerte.

Publicado el 13 de octubre de 2007 en “Argentinisches Tageblatt”.

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