La insoportable virtualidad del ser (1995)

Klicken Sie hier, um die deutsche Version zu lesen.

La instalación “Virtual Piano-Bidimensional” de Leandro Berra en el Goethe-Institut: un ejemplo de su concepto artístico

Por Susanne Franz

Leandro Berra nació en Buenos Aires en 1956 y desde 1981 vive en París. Viene poco a visitar su ciudad natal, tampoco está en estos días cuando se presenta su obra “Virtual Piano-Bidimensional” en el auditorio del Goethe.

Vale la pena aprovechar este acontecimiento para dar un poco de información sobre este excelente artista que merecería ser más conocido. Quizás algunos se acuerden de su última gran exposición, “El otro el mismo”, en el Centro Cultural Recoleta en mayo de 1993. En el foyer del Goethe estarán expuestas seis de las obras que también estaban en aquella muestra; se podrán ver una hora antes del comienzo de la pieza (lunes y martes de la semana que viene, a las 20 horas). Estos trabajos y la instalación sonora dan una buena idea sobre el concepto artístico de Berra, en el cual el tiempo juega un papel clave.

“La formas del arte no se diferencian solo por sus técnicas: cada una aborda de modo diferente el problema del tiempo”, así empezó a explicar Berra sus ideas en una entrevista hace algunos meses. ¿Por qué mezcla elementos como la fotografía y la escultura? Berra menciona a Walter Benjamín, quien dio al arte un valor “ritual” y otro “exhibicionista”. De estas raíces, dice Berra, ha quedado solo este segundo aspecto mencionado: el fin de causar un efecto en el público.

No obstante, la escultura ha preservado parte de ese valor ritual y “mágico”. No pretende dar cuenta del paso del tiempo, más bien quiere representar lo eterno. Entonces, un busto de César -a diferencia de una biografía de César que trata de reconstruir causas y efectos- existe por fuera del tiempo. La fotografía, por su parte, interrumpe el paso del tiempo, y el retrato resultante ya no entra en el correr lógico de los sucesos segundos después de haber sido creado.

En las obras de Berra, la escultura se enfrenta a su copia, la fotografía de ella misma. Dos lenguajes se miran a la cara. ¿Qué es más real: la foto o la escultura? ¿Cuál estaba antes? Técnicamente, la escultura, pero parece que la foto hubiera sido su modelo.

Son diferentes pero son uno. Trasladado al individuo, eso significa que el otro es uno mismo (“El otro el mismo”). Y no hay manera de relacionarse con ese otro.

En sus obras Berra expresa algo difícil de captar sobre la naturaleza humana, sobre la existencia del individuo en el tiempo. No existe un presente, el tiempo no se puede capturar. ¿Se vive para la muerte, como dice Heidegger, o acaso no existe la muerte? ¿Existe la posibilidad de actuar, de vivir en el tiempo? ¿O no se realizará nunca una existencia consciente?

Cuando se le pregunta cual es la motivación para su trabajo como artista, Berra dice que con su obra busca expresar algo sobre la vulnerabilidad de la sociedad moderna. Recuerda cómo lo impresionaron las estatuas de grandes personalidades en los museos de Italia, cantidades de estatuas en largas filas, llenas de polvo y olvidadas por la humanidad. El deseo de esos grandes hombres de permanecer en la eternidad al hacerse una “imagen inmortal” se cumplió, pero al mismo tiempo, trágicamente, fracasó. Después advirtió que el frenesí fotográfico de los turistas japoneses no es otra cosa que el deseo de inmortalizar impresiones para vivirlas después, en casa, y no durante el viaje, en el presente.

Mirándolo así, la imagen en piedra del emperador romano y nuestra foto familiar tienen bastante en común: se trata del intento de capturar al tiempo e impedir la muerte.

El hombre consiste en la imagen que tiene de sí mismo y la imagen que proyecta hacia afuera. En muchos casos esta última es una realidad inventada, por eso le interesa tanto a Berra contar la misma historia a través de dos imágenes y así descubrir la ruptura entre el ser y el parecer. Ese “De a dos”, la pluralidad, es la eternidad. Dos imágenes hacen que dos puntos cualquiera brillen por un momento en la escala del tiempo y muestren la infinita multiplicidad del uno que se transforma en otro a cada momento. Todos tenemos dentro esa pluralidad/eternidad a la cual Berra llama “la insoportable virtualidad del ser”.

El representante de Leandro Berra en Buenos Aires es la Galería Atica, Libertad 1240. Tel.: 813-3544.

Publicado en “Argentinisches Tageblatt” el 12 de agosto de 1995.

Escriba un comentario