Colorida, estridente, simpática

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La Argentina se presenta en la Feria del Libro de Francfort tan dispersa como un día común y corriente en Buenos Aires

Por Jürgen Ramspeck

En la oscuridad, por izquierda y derecha, caen del techo enormes lienzos blancos y lisos. Sobre ellos hay dibujos de los más renombrados escritores argentinos: Sábato, Borges, Cortázar, pero también Bartolomé Mitre o Haroldo Conti. Sus retratos están suavemente enmarcados por citas de sus escritos. Al final del pasillo que está débilmente iluminado por una luz fría hay, entre los lienzos, varias paredes con fotos de pasaportes que hablan de los desaparecidos de la dictadura militar. Inmediatamente a la izquierda, una escultura iluminada por dentro publicita las bellezas naturales de la Argentina.

La Argentina es invitada de honor de la Feria del Libro 2010 en Francfort con motivo del Bicentenario. La presentación del país en el gran Pabellón parece altamente profesional y moderno. Al mismo tiempo demuestra la impotencia ante el intento de reunir en 2000 metros cuadrados la cultura, historia, y ante todo la literatura de 200 años. En este contexto parece que el cráneo tamaño poney de un dinosaurio que se encuentra entre los lienzos y los estantes con libros, trata desesperadamente de representar un puente fósil entre el pasado y el presente.

Junto a un vestido marrón oscuro de Evita, Diego pide con lágrimas en los ojos que el fútbol no se contamine. Directamente al lado se pueden admirar mates de goma color naranja shocking. El Comité Organizador para la Feria del Libro de Francfort (COFRA) ha confeccionado el programa de una manera parecida a la decoración del pabellón. La COFRA hizo traducir al alemán más de 200 libros de más de 70 autores, tantos como ningún otro país invitado antes.

Sobre el escenario, entre el cráneo y un “fanshop” de Argentina iluminado con pantallas planas y proyecciones, los escritores y editores discuten con el público. A homenajes a Sábato y lecturas de María Kodama, viuda de Borges siguen discusiones sobre la calidad literaria de los libros de fútbol (entre otros, con Eduardo Sacheri y Sergio Olguin) y el desafío de la Literatura 2.0 para autores jóvenes.

De esta forma, los ejes de la presentación argentina tienden a quedarse con los “clásicos” de la literatura argentina, aún cuando Borges sea mencionado “realmente en ¡cada, pero cada una de las discusiones!”, tal como comenta el dibujante Miguel Rep, que dibuja caricaturas de los artistas sobre la pared blanca detrás del escenario.

La Argentina se presenta en la Feria del Libro tan diversa y contradictoria como un día común y corriente en Buenos Aires. Colorida, ruidosa, estridente, un poco fría, irónica y, sin embargo, simpática de una manera muy especial. Durante el transcurso de estos cinco días, los visitantes de la Feria pueden conocer a la Argentina a través de los rostros de escritores jóvenes, reflexivos, pero siempre orientados hacia el futuro, como por ejemplo Claudia Piñeiro o Pablo de Santis. Tal vez sus caras algún día adornen los cortinados de una Feria del Libro, en la cual la Argentina pueda volver a presentarse como invitado de honor.

Fotografía de arriba:

En Francfort se presentó también un nuevo libro sobre el Argentinisches Tageblatt.

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